"Entendido".
Mesa respondió con voz respetuosa ante el mandato de Jin.
Ella acababa de pasar su examen final para la comisión de Caballero Guardián, y fue asignada al Duodécimo Jinete.
Frente a ella, su compañero de clase, Scoot Lyman.
"Scoot."
"Sí, mi señor."
"Limpia la basura que se encuentra en el camino."
Si giraba un poco la cabeza, podía ver a los forajidos cometiendo delitos en tiempo real: robos, asesinatos, asaltos. Algunos aún no se habían dado cuenta de que Jin había llegado a Mamit.
Las escorias del bajo mundo estaban abandonando su suerte, pero había algunas personas de aspecto normal en la mezcla.
Eran los que estaban causando estragos contra los plebeyos eran aquellos a los que Jin quería eliminar.
"Lo haré."
¡Clank, clank, clank!
Mesa y Scoot comenzaron a moverse.
En cuestión de segundos, los gritos de los forajidos resonaron por todo el barrio. La frecuencia de los gritos disminuyó muy rápidamente.
En cuanto Scoot había abatido a unos cuantos forajidos, todo el mundo supo lo que pasaba.
No se trataba de un solo Caballero Guardián en una misión en solitario, sino de que un Abanderado de Runcandel había llegado a esta tierra desolada.
Por un momento, las calles quedaron en silencio.
Pero Scoot seguía allí, persiguiendo a los forajidos, y limpiando sin decir nada.
Hubo algunos acontecimientos en cuanto los criminales de Mamit que estaban ocupados corriendo de vuelta a sus casas y tabernas, como bestias de presa frente a un enemigo natural.
Zumbido....
Una brisa fresca recorrió las calles desiertas. Era la primera vez en años que Mamit estaba tan tranquila.
"Mesa, Scoot. Han crecido muy bien, los dos".
Jin sonrió suavemente. Era extraño pensar en ellos como jóvenes Guardianes.
"Estoy seguro de que Bellop volverá pronto de las montañas nevadas al suroeste de Mittel".
Los más jóvenes de los siete, pronto harían sus exámenes finales.
'Una vez que todos sean Caballeros Guardianes, no sería mala idea enviarlos al infierno como grupo. Con suerte, todos serán lo suficientemente fuerte como para ser ascendidos a Caballero Negro antes de los cincuenta. No es que no lo sean, pero de vez en cuando hay que tirar los dados y dejar el que el resultado se haga inevitable por una vez'
Jin no tenía ni idea de lo que estaba pensando.
Mesa y Scoot, apenas eran capaces de contener el palpitar de sus corazones, pero aun así intimidaban a los forajidos de Mamit; estaban dispuestos a darlo todo por volver a estar con Jin.
El paso de Jin era lento mientras se dirigía al Pozo de la luz de la luna.
'Al igual que había cambiado mi vida desde que se me dio una segunda oportunidad, estoy seguro que también habrá cambiado la vida de la Maestra. Es por ello que, como resultado de mi regresión, Joshua descubriera el seudónimo de la Maestra en este momento'.
Era un pensamiento que se le cruzo de repente.
Desde su regresión, siempre había sido consciente de que sus acciones podían cambiar el futuro de quienes le rodeaban.
Como tal, siempre había intentado tomar decisiones que tuvieran un impacto positivo en todos los que le importaban.
Pero cuando se trataba de Valeria, era difícil de emitir un juicio.
No estaba seguro de si conocerla sería algo bueno o malo para ella.
Pero ahora no era el momento de pensar en eso.
'Debo mantenerla conmigo y proporcionarle seguridad. En mi vida anterior, ni Runcandel ni Zipple tuvieron a mi Maestra, y además no puedo estar seguro de lo que ocurrirá en esta vida'.
Valeria era claramente una persona fuerte. Más fuerte que la mayoría de la gente que Jin conocía.
Y no se refería sólo en el combate, sino en la voluntad que Valeria poseía.
Sin duda era algo digno de admiración.
Pero había algunas cosas en el mundo que no podían resolverse sólo con voluntad.
Por ejemplo, eludir la persecución de dos grandes poderes, como lo había hecho un mago genio de apenas diecisiete años.
Valeria no tenía un hermano que la ocultara en Laprosa, ni compañeros que la protegieran con su vida, como lo había tenido Jin cuando era Abanderado de reserva.
'Por mucho que lo piense, es imposible que la Maestra evite ser rastreada por ambas Casas para siempre, y si no le ayudo, tarde o temprano la atraparán'.
'Como su discípulo, era hora de pagarle la deuda que tenía en mi vida anterior a mi Maestra'.
Mientras más se acercaba al Pozo de la Luz de la luna, sus pensamientos fueron desapareciendo lentamente.
"Bienvenido, Maestro".
Mesa y Scoot se inclinaron cuando Jin había llegado a la entrada del Pozo de la Luz de la Luna.
Detrás de ellos, estaban los Reyes y sus secuaces que se encontraban arrodillados en filas de cinco y de diez. Eran unos cien, sólo los cuadros de cada facción.
Jin contempló a los proscritos durante un momento en silencio.
El siguiente paso, entonces, era ver si alguno de los Reyes que se encontraban arrodillados habían conocido a Jin cuando se encontraba en Mamit.
"Afortunadamente, queda una cara conocida. Tú, el de ahí. ¿Cómo te llamas?"
Dijo Jin, cruzando los ojos con el más grande de los Reyes.
"Soy York. ¿Dónde nos hemos visto antes mi señor y yo?".
Respondió cortésmente, dando su nombre.
York era alguien a quien Jin ya había visto una vez.
-Chico, creo que eres bastante bueno para tu edad, pero no te hará ningún favor quedándote mucho tiempo en esta ciudad. Te meterás en problemas.
-Gracias por el consejo. Pero hay alguien que necesito encontrar, y no quiero molestar a nadie aquí.
-Heh, ayer estabas masacrando vagabundos de taberna de un solo golpe, y ahora actúas como un cordero.
-Porque no son iguales que tú, y yo soy un hombre que sabe de cortesía.
-La cortesía ¿Eh?, de acuerdo, te permitiré quedarte aquí unos días más.
-Gracias. La generosidad de los reyes de Mamit es algo que no olvidaré cuando regrese.
Era una conversación que había tenido con los reyes de Mamit, incluido York, al salir de la misión intermedia.
"Así que, York. Hace cuatro años, fuiste muy cortés conmigo en el vestíbulo del Pozo de la Luz de la Luna, y después de ello fuiste interrumpido por el Palacio de Hielo, ¿Te acuerdas?".
"¡Ah...!"
Los ojos de aquel Rey se abrieron de par en par al oír esas palabras, y sacudió la cabeza.
No podía evitar de recordar.
Desde que Jin había aterrorizado al Pozo de la Luz de la Luna haciéndose pasar por un mago de afuera para cumplir una misión de Clase Intermedia, los Reyes de Mamit habían sufrido mucho por Syris durante algún tiempo.
Eso se debía a que Ryu y Hetan quienes acompañaron a Syris nunca habían encontrado al mago (Jin) que había desatado la Llamada del Rayo en el Pozo de la Luz de la Luna.
Es por eso que Syris siguió pisoteando a los Reyes durante algún tiempo después de aquello, decidida a encontrar al culpable.
Pero entonces se dio cuenta de que el chico que había dejado escapar, Jin, podría ser el culpable.
Así que Syris hizo que los Reyes investigaran las visitas de aquel chico en Mamit. La fecha de su llegada, los locales a los que había ido, su propósito y todo lo que hizo mientras estuvo allí en Mamit.
Los Reyes fueron golpeados por duras demandas, pero fueron impotentes para rechazar la orden de Syris.
-Señorita Syris. El chico, en cuanto llegó a Mamit, cogió la cabeza de un forajido llamado Tonk en una taberna, y fingió estar buscando a alguien; y luego se hospedo en la posada del Pozo de la Luz de la Luna.
-¿Eso es todo?
-Sí, que yo sepa. No creo que él sea el culpable. Sinceramente, no tiene sentido que ese chico use magia de 6 o 7 estrellas, ¿Verdad?
-Si no es él, ¿Estás diciendo que a mis hombres se les escapó un mago?
-No, no eso... Incluso si fuera él, como dice, Señorita Syris, no creo que intentara atacar al Palacio de Hielo. Probablemente sólo odiaba a uno de nosotros, o nos guardaba rencor.
-¿A quién buscaba?
-Dijo que buscaba a alguien llamado Whiztar o Fester.
Era York, uno de los Reyes que se encontraba frente a Jin, quien había mantenido aquella conversación con Syris en ese momento.
York dijo "Whiztar o Fester" a propósito porque estaba molesto con Syris.
De hecho, Jin, de quince años, había identificado claramente a Hister como la persona que buscaba.
Syris había perdido otro minuto intentando reconocer a la persona que respondía a los nombres de Whiztar y Fester.
"Le pido disculpas por no haberle reconocido inmediatamente, Lord Jin".
"Qué York sea el único que quede, y que el resto desaparezca ante mis ojos en un instante".
Cuando Jin terminó de hablar, el resto de los Reyes y sus secuaces se escabulleron como cucarachas que se dispersan por ocultarse.
El peso del nombre Runcandel dentro de Hufester no era algo que los forajidos se atrevieran a soportar.
"Entremos y hablemos".
Al oír esas palabras, York tuvo una corazonada.
Jin había venido a Mamit para encontrarse con la persona que había buscado cuatro años atrás.
"¡York!".
Scoot y Mesa montaron guardia en la entrada de la posada como porteros cuando los dos entraron en el Pozo de la Luz de la Luna. El vestíbulo estaba vacío.
"Busco a una persona".
"Sí, Lord Jin. Deme su nombre, su aspecto, ese tipo de cosas, y podré encontrarla enseguida, en lo que concierne a esta ciudad de Mamit."
"¿Reside actualmente en Mamit, una muchacha de unos diecisiete años, pelirroja y con un bastón de pino plateado?".
"Pelo rojo y un bastón…"
York buscó en su memoria.
Que él supiera, no había ninguna chica pelirroja y con bastón de pino plateado en Mamit. Para empezar, no es que una chica de diecisiete años pudiera sobrevivir en esta dura ciudad.
Pero no era como si no pudiera pensar en nadie.
"No tenemos una chica pelirroja y con bastón, pero tenemos una chica de más o menos tu edad que se ha unido recientemente a nuestra organización".
"¿Cómo se llama?"
"Arya, no tiene apellido, es de la calle de atrás y tiene muy mal temperamento..."
¡Bum, bum, bum!
Mis latidos se aceleraron.
"¿Alguien más?"
"No. Ella es la única, ¿Quiere que la traiga para que usted la pueda ver?"
"Está bien."
"Claro, Lord Jin. Si me disculpa un momento, saldré y diré a mis subordinados que busquen a Arya..."
¡Quackrsss!
Justo cuando York estaba a punto de levantarse.
El techo del escaso vestíbulo se derrumbó y cayó una lanza. Era una lanza Cipheron, hecha de magia cualificada para el rayo.
Era una forma de magia de transmutación que Jin había experimentado una vez en el Gran desierto de Mythra.
La lanza atravesó la cabeza de York y se clavó directamente en el suelo. Lo repentino del golpe impidió que York profiriera un solo grito.
Jin levanta lentamente la cabeza y mira hacia arriba.
A través de la ventana iluminada del techo, pudo ver una figura con la capucha hacia abajo.
Incluso con la cara cubierta, pudo distinguirla. El desconocido pelo Castaño que se asomaba por la capucha bastó para convencerlo.
Supo que era Valeria Hister, su Maestra.
"¡Valeria...!"
El tiempo pareció detenerse por un momento.
Quería llamarla en voz alta, decirle que había pasado mucho tiempo sin verla.
Todo tipo de emociones indescriptibles le apuñalaban el pecho como cuchillas de luz indómitos.
"... ¿Jin?"
Dijo Valeria, clavando su mirada en los ojos de Jin.
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