EARGDLE: CAPÍTULO 337

"¿B-Bu-ta-aa-ack?"

 

Merlín arrugo la cola como un puño cerrado.

 

"No debería ser demasiado difícil para ti, cierto".

 

Raon asintió a Merlín, mirándola a los ojos.

 

-"Bueno, eso es..."

 

Merlín acarició suavemente sus largas orejas.

 

-"Por supuesto, te escucharé".

 

Los ojos rojos del conejo que miraban en su dirección eran lindos y a la vez inquietantes.

 

-"Entonces, ¿Cuál es la petición? Dímelo".

 

Merlín movió su pata, indicando que ayudaría con cualquier cosa.

 

"Hmm..."

 

Wrath probó a Merlín con una mirada pensativa.

 

[Parece que te has buscado un mensajero que puede encargarse de cualquier tarea. Aunque es un poco inquietante...]

 

'No pienso abusar de ella de ese modo'.

 

Fue sólo por una situación inesperada con muchos niños que proteger que recurrió a Merlín en busca de ayuda. Si no fuera por los niños, nunca la habría llamado.

 

[Sueles ser como un fantasma sin emociones, pero eres sorprendentemente amable en situaciones extrañas.]

 

Wrath sacudió la cabeza con incredulidad.

 

Raon soltó una risita al ver que Wrath le sacaba la lengua.

 

'Sin duda es ventajoso usar a Merlín, pero...'

 

Él nunca manipularía las emociones de alguien como Derus Robert, que le había puesto un collar mental en su vida pasada.

 

No quería llegar a ser como él.

 

"¿Puedes entregar una carta que escribí a otra persona?"

 

-"¿Una carta? ¿Eso es todo?"

 

Merlín ladeó la cabeza, sorprendida.

 

"Sí. Es suficiente".

 

-"Vas a rescatar a los niños de allí, ¿Verdad? Puedo ayudar con eso".

 

"No, no quiero que te ensucies las manos con sangre a petición mía".

 

-"Ah..."

 

Merlín dejó escapar un gemido emocionada y golpeó el suelo con sus cuatro patas. Sus hombros temblaron ligeramente.

 

-"Eso fue espeluznante..."

 

"Sólo tu imaginación".

 

-"Hacía tiempo que no me sentía así".

 

"Hmm..."

 

Raon suspiró profundamente. Merlín parecía estar firmemente en su propio mundo de imaginación, y explicarlo no haría ninguna diferencia.

 

-"Aprecio tu preocupación, pero puedo ayudar con cualquier cosa que me pidas. Sólo tienes que decirlo".

 

"Todo lo que necesito es que entregues estas cartas".

 

Raon extendió la mano, tendiéndole a Merlín dos hojas de papel dobladas con distintos contenidos que había preparado de antemano.

 

"La carta doblada en forma cuadrada debe ser entregada al Santo Frederick que se encuentra en la casa Yonaan. Está investigando el control mental y quizá pueda deshacer el lavado de cerebro de esos niños."

 

-"Ah, el Santo. Cierto, recuerdo haberle visto allí por segunda vez".

 

Merlín recordó, sonrojándose al resurgir sus recuerdos. Normalmente, le habría dado escalofríos, pero ver al joven conejo lo hizo algo más soportable.

 

"La carta doblada en forma triangular debe entregarse a Borini Kitten en el Reino de Owen".

 

-¿"Borini Kitten"? ¿No es alguien cercano a ti?"

 

"Sí".

 

Raon asintió con calma.

 

"Así que puedo confiar en ellos".

 

Llevar a los niños a Zieghart directamente era arriesgado, ya que necesitaban mantener ocultas sus identidades. Confiar en Borini Kitten, que estaba cerca y era de confianza, era la mejor opción. Como mentor de un caballero, Borini se encargaría personalmente de todo.

 

[A decir verdad, parece un tipo bastante decente.]

 

Wrath pensó en Borini Kitten y asintió.

 

[Todo lo contrario a un demonio como tú.]

 

'Por eso se los confío a él.'

 

Raon soltó una risita.

 

-"Realmente no es una tarea difícil".

 

Merlín pareció decepcionada por algo tan fácil, y resopló disgustada.

 

-"Realmente puedo encargarme de cualquier cosa... que se pueda matar".

 

"De acuerdo entonces. ¿Cuándo puedes enviarlos?"

 

Raon lo descartó por innecesario.

 

-"Puedo hacerlo ahora mismo".

 

"Entonces envíalos ahora."

 

-"De acuerdo".

 

Merlín sonrió y estiró su pata delantera, y las cartas que sostenía parecieron derretirse como nieve de primavera. Parecía que las había transportado a su ubicación real.

 

-"Yo te he hecho el favor, así que ahora tú tienes que hacerme el mío".

 

Merlín bajó su pata delantera y se arremangó.

 

"Siempre que no me perjudique a mí ni a otros y esté dentro de mis capacidades y preferencias lo haré".

 

Como precaución, había puesto varias condiciones.

 

-"Eres bastante exigente".

 

Merlín rió entre dientes. Parecía disfrutar genuinamente de este momento de conversación con Raon.

 

-"Pero será algo que estés dispuesto a hacer".

 

Continuó moviendo su pata delantera sin perder la sonrisa.

 

-"De acuerdo entonces, hasta la próxima. No hace falta que explique los detalles, ¿Verdad? Ah, por cierto, a éste le gusta el perejil".

 

"No me digas que lo haga por ti. Deberías saber que ahora..."

 

Raon se acercó a Merlín y le gritó, pero los ojos del conejo ya estaban fijos en algo salvaje.

 

"Konk."

 

El conejo se acercó, arrugando la nariz como pidiendo comida.

 

"Ugh..."

 

Raon tragó en seco e inclinó la cintura.

 

"No tengo perejil...".

 

Por si acaso, había recibido varios tipos de comida de Dorian: Granos, nueces, fresas, insectos secos, pero el perejil, naturalmente, no estaba entre ellos.

 

"Tú eliges".

 

Con una expresión torpe, Raon colocó la comida en el suelo.

 

"¡Kkwong!"

 

El conejo miró fijamente la comida en el suelo, luego pateó los granos y las nueces con su pata hacia Raon, aplastó los insectos, comió una fresa, y se metió las otras dos en la boca.

 

"Tuhk."

 

Luego se dio una patada en la pelvis con la pata trasera y se echó a correr hacia los arbustos.

 

[¡Jajajaja!]

 

Wrath se rió a carcajadas mientras veía a Raon congelarse en el sitio.

 

[¡El conejo te atrapó! ¡Qué lamentable!]

 

No podía parar de reír, le parecía muy divertido.

 

"Haah..."

 

Raon dejó escapar un profundo suspiro y se sentó en el suelo.

 

'Estoy cansado'.

 

Sentía la cabeza toda nublada, como si hubiera luchado con todas sus fuerzas. No quería encontrarse con Merlín si podía evitarlo.

 

[¡Tú también tienes un adversario!]

 

Wrath se rió como si por fin hubiera encontrado un punto débil.

 

'Por favor, ya basta'.

 

Bajó la cabeza y miró hacia el orfanato. Un hombre de mediana edad con el pelo azul acababa de salir del orfanato. Su rostro parecía amable, pero sus ojos eran fríos y tenía una fina cicatriz en la mejilla izquierda.

 

'¿Era él?'

 

El aura que sintió de allí, el maestro de su vida pasada y uno de los seguidores de Martio, era Lisbon.

 

'Has escalado posiciones, ¿Verdad?'

 

¿Es esto lo que llaman destino?

 

Raon miró a Lisbon con una sonrisa escalofriante.

 

'Hoy, tendrás una de tus últimas pesadillas'.

 

* * *

 

Mi vida era un infierno.

 

Me secuestraron antes incluso de que perdiera los dientes de leche y me encerraron en un lugar subterráneo desconocido.

 

Allí había cuidadores.

 

Llamaban "perros" a los niños como yo y nos enseñaban a sobrevivir y a matar.

 

Soporté torturas que desgarraban la piel y arañaban los huesos, aprendí a ser paciente, sentí en carne propia el aguijón de una espada, aprendí dónde estaban los puntos vitales humanos mientras me apuñalaban con ella y luché en batallas reales mientras me perseguían monstruos y bestias.

 

Quería llorar, pero tenía que sonreír; quería morir, pero tenía que vivir.

 

Nunca se me pasó por la cabeza la idea de escapar o huir.

 

Pensaba que era natural para mí el estar aquí, como la salida y la puesta del sol.

 

Más tarde, descubrí que se debía a un lavado de cerebro. La sugerencia de que la opción de "escapar" estaba totalmente borrada de nuestras mentes.

 

Incluso si me rebelaba, fracasaba o no cumplía las expectativas, me eliminaban en ese infierno donde me balanceaba entre la vida y la muerte.

 

Apenas quedaba conciencia, pero todos los deseos humanos eran pisoteados. Sin embargo, había un rayo de luz.

 

Los amigos.

 

La existencia de amigos que compartían la misma habitación que yo, secuestrados y encarcelados bajo tierra al igual que yo.

 

Se llamaba Número 9.

 

De cara redonda y porte simpático, Número 9 era mayor que yo, aunque no sabía cuántos años exactamente.

 

Sólo teníamos unas cuatro horas para vernos mientras dormíamos, pero durante ese tiempo, hablar con él hizo que se me disiparan las ganas irrefrenables de morir que se habían acumulado a lo largo del día.

 

Escuchó lo que tenía que decirle y me aseguró que, si aguantábamos un poco más, nos llegarían cosas buenas.

 

Como no recordaba nada de la vida fuera, no sabía lo que era bueno, pero confiaba en él cuando lo decía.

 

Nos sonreímos en el espacio donde no había comida ni entretenimiento.

 

Esa era la única luz de mi vida en aquel lugar.

 

Cuando pasaron varios años y nuestra educación se acercaba a su fin, todos los niños fueron convocados a la zona común bajo tierra.

 

Los cuidadores convocaron a los niños que en adelante compartíamos las mismas habitaciones.

 

Y nos hicieron pelear entre nosotros. No, nos hicieron matarnos unos a otros.

 

Por supuesto, nadie se peleó.

 

Los niños que compartían la misma habitación en este lugar infernal eran los únicos amigos entre sí.

 

Yo sentía lo mismo, y también Número 9.

 

Botamos las dagas que teníamos en las manos y levantamos los brazos. Estábamos decididos a no blandir el arma contra nuestro amigo, aunque muriéramos a manos de los cuidadores.

 

Pero en cuanto se abrió la boca del cuidador con la fina cicatriz en la mejilla izquierda, tales pensamientos desaparecieron.

 

"Mátense los unos a los otros".

 

A esa orden, mi cabeza y mi cuerpo actuaron más allá de mi control.

 

Recogí la daga que había caído al suelo y corrí hacia Número 9.

 

Número 9 también levantó su daga, con los ojos brillantes de vida, y atacó.

 

Utilizamos todas las técnicas de asesinato que habíamos aprendido, intentando estrangularnos mutuamente. Hasta la madrugada, cuando nuestras heridas se habrían abierto respectivamente, ahora nuestras manos apuntaban el cuchillo a los puntos vitales del otro.


Número 9 y yo estábamos igualados.

 

La piel se desgarraba y los huesos blancos sobresalían de ella.

 

Dolía. Dolía terriblemente, pero no me importaba el dolor.

 

Simplemente no quería luchar contra mi amigo.

 

Prefería morir a manos de Número 9, pero la daga que sostenía ya le había atravesado el corazón.

 

"...."

 

Número 9 no dijo ni una palabra. Tan solo me acarició suavemente el hombro, sonrió y murió.

 

Mi único amigo se hundió en la muerte sin revelar siquiera su verdadero nombre.

 

Las últimas lágrimas de su vida brotaron de mis ojos.

 

Aquel día, mis emociones quedaron sepultadas en la oscuridad.

 

...

 

"…Maestro."

 

"Joven…"

 

"¡Joven maestro!"

 

Me desperté con voces alegres. La cara redonda de Dorian estaba frente a mí.

 

"Dorian."

 

Era raro ver a Dorian, que tenía una atmósfera similar a la de Número 9 que hacía tiempo que no veía, sonriendo y mirándome.

 

"Estás durmiendo en un momento como este, y están pasando muchas cosas. Es hora de empezar".

 

Dorian señaló al cielo, que se había vuelto sombrío.

 

......

 

Wrath observaba en silencio.

 

"De acuerdo".

 

Raon asintió y se levantó.

 

'Soñando esto...'

 

¿Fue porque vi a Lisbon? No sólo me quedé dormido antes del ataque, sino que incluso soñé con mi vida pasada. Era sin duda un suceso extraño.

 

"¿Estás listo?"

 

"Sí. ¡Protegeré a los niños aunque me cueste la vida!".

 

Dorian asintió con expresión decidida.

 

"Aunque muera, no me importa seguiré adelante con mi convicción".

 

"Bueno, acepto tu determinación, pero aun así…"

 

" Sólo asegúrate de seguir con vida".

 

La oscuridad llenó los ojos de Raon mientras miraba hacia el orfanato.

 

"Vámonos."

 

* * *

 

"Hmm..."

 

Número 45, que trabajaba como guía bajo el nombre de Pine, cogió la mano de Número 86 y entrecerró los ojos.

 

"¿No es un poco extraño el día de hoy?"

 

"Sí, no nos han dado ninguna tarea ni entrenamiento".

 

A pesar de soportar rayos, terremotos y entrenamientos sin parar, hoy era un día inusual, ya que no les habían asignado ninguna tarea ni les habían dado comida. Era muy irregular comparado con las acciones habituales de los cuidadores.

 

"Espero que siga así".

 

Número 86 sonrió débilmente, parecía esperanzada.

 

"Estoy un poco intranquila".

 

Número 45 dejó escapar un pequeño suspiro. Los que los secuestraron y los entrenaron como asesinos no harían algo así sin motivo. Temblaba de miedo al pensar en lo que podría pasar.

 

"Intentemos pensar en positivo".

 

Número 86 asintió y cogió firmemente la mano de Número 45.

 

"Llevan varios años educándonos. No se desharán de nosotros así como así, ¿Verdad?".

 

"Eso es cierto."

 

Número 45 asintió. Después de todo el tiempo dedicado a educarlos, no los iban a tirar así como así. Decidió pensar en ello como un día de descanso, tal y como sugirió Número 86.

 

"De acuerdo entonces, vamos a la cama".

 

Cuando estaban a punto de acostarse en sus camas, la puerta se abrió, y una figura enmascarada les hizo un gesto para que salieran.

 

"Ambos, salgan."

 

"Sí."

 

"Sí..."

 

No hubo negativa. Al oír la voz, no tuvieron más remedio que obedecer.

 

Número 45 y Número 86 salieron juntas. Otros niños ya estaban en fila y en sus posiciones.

 

Cuando las dos tomaron sus posiciones detrás de los otros niños, cuatro cuidadores salieron a la plataforma.

 

"A partir de ahora, comenzaremos el combate. Número 45 y Número 86, den un paso adelante".

 

"Sí."

 

A la señal del cuidador, Número 45 y Número 86 dieron un paso adelante nerviosamente. Los otros niños parecieron sentir la tensión también, ya que se movieron incómodos.

 

"Sostengan una daga en sus manos."

 

Siguiendo la orden del cuidador, Número 45 y Número 86 empuñaron cada uno una reluciente daga.

 

Número 45 entrecerró los ojos cuando vio el brillo afilado de la daga.

 

"Algo no encaja".

 

Aunque habían entrenado mucho con armas reales y se habían batido en innumerables duelos, la inquietante atmósfera de hoy no tenía precedentes.

 

"Ahora, pelea".

 

Mientras Número 45 sostenía la daga, observó las temblorosas pupilas de Número 86. El cuidador continuó.

 

"Hasta que tu oponente esté muerto".

 

"¿Qué?"

 

Número 45 giró la cabeza, con los ojos muy abiertos. Sin embargo, el cuarto cuidador no dijo nada más. Se limitó a hacer un gesto como para que se dieran prisa.

 

"Mátense los unos a los otros".

 

"Significa exactamente lo que parece. Lucha hasta que la persona que tienes adelante deje de respirar".

 

"Ah..."

 

La voz fría hizo que sus corazones se hundieran.

 

"Ugh..."

 

Número 45 apretó los dientes y miró al frente. La tez de Número 86 se había vuelto cenicienta, como si compartiera el mismo sentimiento.

 

Al ver sus reacciones, en la mente de Número 45 resurgieron recuerdos del tiempo que habían pasado juntas.

 

Recuerdos que se habían convertido en su única fuente de luz en este subterráneo lleno de malicia. Sus manos dudaron en moverse bajo el peso de esos recuerdos.

 

"No pasa nada".

 

Número 45 cerró los ojos y dejó caer al suelo la daga que sostenía. Estaba dispuesta a morir si eso significaba no tener que luchar contra Número 86.

 

¡Clang!

 

Sin embargo, el sonido de la daga golpeando el suelo resonó dos veces. Cuando abrió los ojos, vio que también había caído una daga a los pies de Número 86. Ella tampoco quería luchar.

 

"Ah..."

 

Era como si sus corazones estuvieran conectados. La comprensión de que amaos pensaban lo mismo trajo una mezcla de felicidad y tristeza. Las emociones que habían sido reprimidas durante tanto tiempo amenazaban con estallar en forma de lágrimas.

 

"Yo... no puedo luchar".

 

Número 45 levantó la mano, indicando que no tenía intención de luchar. Miró al cuidador como si quisiera transmitir su falta de voluntad de participar. Las miradas de Número 86 y de los otros niños detrás de ella le dieron fuerzas.

 

"Parece que todo va como esperábamos".

 

La voz del cuarto cuidador bajó. Su tono frío les produjo escalofríos.

 

"...Entonces, mátense unos a otros".

 

Mátense unos a otros.

 

En el momento en que las palabras resonaron en su cabeza, la mano de Número 45 se movió para recoger la daga que había caído al suelo sin su control. Número 86 también empuñó su daga.

 

¡Thwack!

 

Número 45 agarró la daga al revés y se lanzó hacia delante.

 

"¿Qué es esto?"

 

¿Qué estaba pasando?

 

Su cuerpo se movía por sí solo, más rápido que nunca. Lanzó la daga hacia la garganta de Número 86.

 

¡Kyaah!

 

Pero algo había cambiado. Número 86, también, había desatado una nueva y despiadada energía, apuntando a su garganta.

 

Ambas niñas, que habían compartido la misma habitación y se habían convertido en el único apoyo del otro en este espantoso lugar, parecían marionetas poseídas, incapaces de controlar sus propias acciones. Se clavaron puñaladas sin piedad.

 

¡Salpicaduras de sangre!

 

Un chorro de sangre brotó del pecho de Número 45, y la carne se desgarró del hombro de Número 86.

 

Sin embargo, las dos no mostraron signos de dolor. Se lanzaron el uno contra el otro una vez más, clavando sus dagas.

 

¡Kyaah!

 

En medio del escalofriante ruido, los huesos de Número 45 se hicieron añicos al morder la garganta de Número 86. Los gritos desesperados llenaron el aire.

 

Gritos desesperados llenaron el aire, pero era imposible discernir de quién era la voz.

 

Número 45 intentó suplicar al cuarto cuidador con ojos que le suplicaban que pusiera fin a esta horrible batalla.

 

"¡Por favor, detén esto!"

 

Le imploró en silencio que detuviera esta cruel lucha.

 

"Esta batalla no terminará hasta que una de ustedes muera".

 

Los labios del cuidador se curvaron en una fina sonrisa, y una siniestra emoción infundió su voz.

 

"Alégrate. Con la muerte de la persona que más aprecias, solo así nacerás como una de las verdaderas sombras".

 

"Mátense".

 

Al oír estas palabras, sus cuerpos, que se habían estado resistiendo, empezaron a moverse más rápido una vez más.

 

'¡Por favor!'

 

Tan solo cualquiera. Por favor, ¡Haz que pare!

 

Una súplica silenciosa brotó de su interior, pero sus manos continuaron moviéndose implacablemente para acabar con la vida de su amiga más querida.

 

¡Kyaah!

 

La daga en la mano de Número 86 fue incapaz de soportar la fuerza, y rebotó en el aire vacío.

 

'Ah...'

 

La mano de Número 45, en contra de los deseos desesperados de su corazón, continuó empujando la daga hacia la garganta de Número 86.

 

"Ya termínalo".

 

Los ojos del cuidador brillaron con frialdad.

 

"Ahora tú también formaras parte de las sombras... ¡Kuh!"

 

Su grito se cortó, sus ojos se aclararon de repente. La daga, que apenas había arañado la piel de Número 86, se detuvo en seco.

 

"¿Qué...?"

 

"Cállate y desaparece".

 

Con una orden murmurada, la línea de vida del cuarto cuidador se acabó.

 

"Kkuh..."

 

Detrás del cuidador desplomado, apareció un hombre alto. Se parecía a ellos de algún modo inexplicable, pero emanaba un aura completamente diferente.

 

"Ahora están a salvo".

 

Cogió la daga ensangrentada de sus temblorosas manos, con una leve sonrisa en su tranquilo rostro.

 

"Les ayudaré a encontrar sus verdaderos nombres".

 

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