No Me Siento Muy Bien (1)
Mi
Hyoran atesoraba sus sueños.
A
diferencia de la retorcida y cambiante naturaleza de la realidad, sus sueños
ofrecían un vistazo a un mundo lleno de esperanza y luz.
Incluso
las pesadillas ocasionales, aunque dolorosamente angustiosas, le mostraban los
momentos más felices de su pasado.
Sin
embargo, esos sueños también estaban teñidos de tristeza.
Le
ofrecían un fugaz sabor de alegría, solo para arrebatárselo al despertar,
dejándola con un vacío que resonaba en su interior.
Este
era uno de esos momentos. Mi Hyoran sabía que estaba soñando; por supuesto que
lo sabía. Su amiga, a quien sabía que ya no podía ver en el mundo real, estaba
frente a ella, una visión exclusiva del reino de los sueños.
–¡Es
una flor!
–¡Kyaaa!
¡Es una abeja!
–¡Hyoran!
¡Biyeon está corriendo!
–¡Cheonhee!
¡Deja eso!
…
No
era una escena que Mi Hyoran quisiera ver particularmente, y sin embargo no
podía apartar la mirada.
–¿Hyoran?
Durante
todo ese alboroto, la dama de cabello blanco se le acercó con una brillante
sonrisa en el rostro.
Era
la misma sonrisa radiante que siempre mostraba, una que podía derretir hasta el
frío infame de Mi Hyoran. Ese era el poder que tenía esa chica. Tal vez por eso
incluso 'ese' hombre intentó sonreírle.
–¡Hyoran!
¡Mira, es una flor!
Mi
Hyoran no podía entender a la chica. Claramente no era una flor ordinaria, pero
al ver esa sonrisa tan feliz en su rostro, la aceptó de todos modos.
–¡Señorita
Mi! ¡Eso es una hierba venenosa! ¡Tírela de inmediato!
Una
mujer de cabello negro y aura fría gritó desde cerca. Llevaba un atuendo
celeste y, a pesar de su expresión helada, poseía una personalidad fogosa.
Era
la Fénix Blanco, Moyong Biyeon.
La
chica de cabello blanco se volvió hacia Moyong Biyeon, quien inmediatamente
empezó a gritar y salir corriendo.
–¿¡Estás
loca!? ¡Espera! ¡No traigas las abejas aquíííí!
–¡Es
una flor!
–¡Ya
lo sé, así que deja de venir hacia míííí!
Mi
Hyoran sonrió, cubriéndose el rostro con un abanico. La escena parecía una
tonta obra de teatro, pero le daba una sensación de estabilidad.
Miró
la flor blanca en su mano, la que le había dado la chica de cabello blanco, la
misma que Moyong Biyeon advirtió que era venenosa.
Pero
Mi Hyoran sabía que no lo era. Estaba segura de que la chica no le daría algo
así.
Con
cuidado, guardó la flor en su bolsillo.
Aprenderé
el nombre de esta flor más adelante.
Tal
vez la encontraba hermosa; incluso consideró cultivarla ella misma.
Mi
Hyoran contempló con calma la escena ante ella—un cielo vasto y sin nubes, un
bosque grande y extenso, mariposas revoloteando, y el canto de grillos a lo
lejos. ¿Alguien creería que este lugar tan tranquilo era el Abismo? Incluso a
ella le costaba creerlo.
¿Cómo
había terminado en este lugar, temido por todos? Sin embargo, no estaba
preocupada. Así había sido en aquel entonces. ¿Era porque era joven? ¿O porque
estaba con otros y no le importaba? Probablemente lo segundo.
Creía
que todo estaría bien mientras estuviera con ellos. Era una época en la que
dejaba que su inmadurez tomara el control, una contradicción a su yo habitual.
Soñaba con este pasado de vez en cuando porque lo extrañaba.
Por
eso se sentía triste. Sabía que ya no podía ver esta escena. La actual Mi
Hyoran era consciente de que estaba soñando, y por eso se esforzaba al máximo
en tomarlo todo. Era una de las pocas imágenes reconfortantes en su vida actual.
La
chica de cabello blanco, que había estado persiguiendo a Moyong Biyeon, de
repente se dio la vuelta y caminó hacia Mi Hyoran.
"Hyoran"—La
llamó, con sus ojos de un tono rosado violáceo brillando como gemas, mientras
su cabello blanco ondeaba.
"¿Eres
feliz?"
Mi
Hyoran se quedó en silencio, su reflejo en los ojos de la chica mostraba su
sorpresa.
"¿Qué
estás…?"
"Yo
soy feliz mientras tú seas feliz. ¿Eres feliz?"
Mi
Hyoran se preguntó si estaba escuchando eso solo porque era un sueño. Extrañas
emociones la invadieron, y se encontró incapaz de responder.
¿Era
feliz? Al menos, podría haber dicho que no, pero necesitaba pensar qué era la
felicidad. ¿Qué era la felicidad?
¿Estaba
escuchando esta pregunta en su sueño porque había estado pensando en eso
últimamente? Y además, de su propia amiga.
Después
de un momento de silencio, Mi Hyoran habló.
"Estoy
haciendo mi mayor esfuerzo para serlo."
Entonces
preguntó;
"¿Tú
eras feliz?"
La
chica sonrió, pero no dio respuesta. Mi Hyoran sabía que no lo haría. Al final,
este mundo fabricado nacía del deseo de la propia Mi Hyoran. Mientras apartaba
su decepción y miraba el paisaje, la chica de cabello blanco habló de nuevo.
"No
es tu culpa, así que puedes ser feliz."
"…!"
Mi
Hyoran se paralizó. Algo se sentía extraño para que esto fuera solo un sueño.
Justo cuando extendió su mano hacia la chica, con las pupilas temblando, una
voz distante invadió sus oídos.
"Jefa."
Y
con eso, Mi Hyoran despertó.
Un
techo oscuro la recibió. Aún no había terminado la noche.
Después
de revisar la hora, Mi Hyoran se incorporó lentamente. A pesar de haberse
despertado recién, tenía los ojos bien abiertos, una prueba de su determinación
de mantener siempre la calma exterior.
Aunque
por dentro se sintiera mareada, tenía que verse firme por fuera.
Esa
era la mentalidad que necesitaba como Jefa y Dueña de una Asociación de
Comerciantes.
¿Qué
sueño fue?
Sentía
que había soñado algo importante, pero no podía recordarlo… La decepción la
invadió, pero la dejó de lado y miró a su costado.
"¿Qué
sucede?"
A
su lado, un hombre vestido de negro, con una máscara, estaba arrodillado sobre
una rodilla frente a ella. Era Mujin, uno de sus escoltas.
"…Una
visitante ha venido a verla."
"¿A
esta hora?"
"Sí."
Mi
Hyoran frunció el ceño.
Una
invitada viniendo a esta hora sin previo aviso no solo era una falta de
respeto, sino que además ella odiaba a las personas que actuaban sin
planificación. Sin embargo, no mostró enojo porque Mujin, que la conocía bien,
había sido quien la despertó.
Él
se habría encargado de una situación así por su cuenta, sabiendo que era una
falta de respeto. Que la haya despertado de todos modos significaba que la
visitante era importante. Mi Hyoran lo entendió, así que no dijo nada más.
"¿Dónde
está la invitada?"
"…Ella
está esperando afuera."
Mi
Hyoran asintió y comenzó a caminar. Después de arreglarse, salió para ver quién
era la visitante.
¿Quién
podría ser?
Alguien
que vendría tan tarde. Algunas personas vinieron a su mente, pero no había
nadie que Mujin no pudiera manejar por su cuenta.
Eso
solo hacía que Mi Hyoran se sintiera más confundida.
¡Creak–!
Ella
salió al exterior. Un pequeño lago en el patio trasero de la posada la recibió,
con el reflejo de la luna brillando en su superficie. Una vista hermosa.
Mientras
la admiraba, se dio cuenta de que no estaba sola.
"…¿Ah?"
Mi
Hyoran reaccionó en cuanto vio a la otra persona.
No
podía verla claramente por las sombras, pero supo de inmediato quién era.
"Hahaha."
La
persona se rió, con una risa única, alegre y algo aguda.
"¿Cómo…?"
Al
escuchar la risa, Mi Hyoran confirmó su sospecha. Era alguien que conocía.
Al
reaccionar con un tono inusualmente sorprendida, la visitante comenzó a caminar
hacia ella, rascándose la mejilla de forma torpe.
Las
sombras retrocedieron lentamente, revelando a una mujer de cabello negro
ondulado, con un atuendo celeste.
Como
era una artista marcial, no había envejecido tanto como Mi Hyoran. Mi Hyoran
sintió tanto envidia como nostalgia, ya que la mujer se veía igual que en el
pasado.
"Señorita
Mi."
"…"
Las
pupilas de Mi Hyoran temblaron al escuchar ese título que no había oído en
décadas.
"Ha
pasado un tiempo."
Sus
hombros se tensaron cuando la mujer la saludó con torpeza.
La
mujer que saludaba con nerviosismo a Mi Hyoran no era otra que una pariente de
sangre del Clan Moyong, y una amiga que en el pasado se había interesado en el
mismo hombre que ella; la Espada de la Ola Blanca, Moyong Biyeon.
Moyong
Biyeon miró a Mi Hyoran, quien seguía inmóvil como una estatua, y luego habló.
"¿Podemos
conversar?"
Su
tono era vacilante.
Mi
Hyoran permaneció en silencio por un momento, luego asintió ligeramente. Y así
ambas, entraron a la posada.
******************
"Lo
siento."
Me
encontré con una disculpa repentina mientras desayunaba. Observé a la chica que
se disculpó mientras mordía un dumpling. Tenía el cabello corto negro, y vestía
también de negro. Era Peng Ah-hee.
"¿Uoughwa?"
"…Perdón
por interrumpirte mientras comes. ¿Podrías hablar después de terminar de
comer…?"
Tragué
todo lo que tenía en la boca.
"¿Qué
estás diciendo? ¿A qué viene esta disculpa repentina?"
Cuando
le pregunté por qué hacía esto en la mañana, Peng Ah-hee habló, evitando el
contacto visual.
"Escuché…
que ocurrió algo entre tú y mi Señor."
"Oh."
¿Se
refería a lo de ayer?
Parecía
que hablaba del incidente en las calles de anoche con el Señor del Clan Peng…
Sin
embargo, incliné la cabeza.
"Pero
yo no estuve involucrado, ¿No?"
Por
si fuera el caso, fueron Gu Yeonseo y la Espada de la Ola Blanca.
Yo
no tuve un gran problema, pero Peng Ah-hee continuó, con una expresión
decepcionada.
"También
le pedí disculpas a la joven señorita Gu… Lo siento."
Al
parecer, también había visitado a Gu Yeonseo. Así que Peng Ah-hee estaba
limpiando el desastre que había dejado su padre, el Rey del Dao.
Ella
parecía perfectamente normal… entonces, ¿Por qué ese viejo actuaba así?
Era
realmente un misterio cómo los hijos del Rey del Dao eran completamente
normales mientras él no lo era.
Peng
Ah-hee era la más cercana a lo normal, y Peng Woojin… definitivamente no era
normal, pero al menos no tenía una personalidad desagradable como la del Rey
del Dao.
Con
ese pensamiento, respondí,
"Lo
repetiré, pero no necesitas disculparte conmigo."
"…Está
bien."
La
expresión de Peng Ah-hee no mejoró, pero ¿Qué podía hacer yo?
"Él…
Normalmente no es así. Solo… ha empeorado un poco últimamente…"
Peng
Ah-hee dijo, como si estuviera dando una excusa.
Sin
embargo, entendí lo que quería decir.
Si
el Rey del Dao hubiera mostrado la misma personalidad desagradable ayer que la
que mostró cuando rompí el compromiso entre nuestros clanes, las cosas no
habrían sido tan tranquilas.
Parecía
que algo le había pasado recientemente, aunque no me daba mucha curiosidad. No
era algo que me preocupara, ya que era su problema. Solo tenía que asegurarme
de que no hubiera más conflictos entre nosotros. También podría enfadarme si me
volvía a involucrar con él.
Como
alguien que ha conocido a muchas personas como él, sabía que no podría contenerme
por mucho tiempo.
¿Quién
sabe lo que haría si me vuelvo a relacionar con el Rey del Dao?
También
sabía que sería problemático provocar a uno de los Señores de los Cuatro
Grandes Clanes Nobles, así que era mejor evitarlo tanto como fuera posible.
En
ese sentido, era válido decir que el Rey del Dao no era más que mierda para mí.
Después de todo, uno evita la mierda porque es sucia, no porque dé miedo.
"No
te preocupes por eso. Solo come."
"…"
"Puedo
notar que te has estado matando de hambre."
"Está
bien si paso un poco de ham–"
"Nunca
sabes cuándo vas a colapsar si haces eso. Solo siéntate y come de una
vez."
Estaba
siendo honesto.
He
visto a demasiados idiotas perder la vida por no poder llenar el estómago. Es
una tontería pasar hambre cuando tienes la opción de comer.
Peng
Ah-hee seguía dudando, así que Tang Soyeol y Wi Seol-Ah, que estaban junto a
ella, la jalaron y la hicieron sentarse.
Namgung
Bi-ah seguía dormida, y Moyong Hi-ah aún no llegaba. Tendré que verla pronto
también. Ya era hora darle de mi calor a Moyong Hi-ah.
Pero
ella sabía eso mejor que yo, así que ¿No vendría a mí de todos modos? ¿Y si no
lo hace? ¿Tengo que ir a buscarla? Honestamente, no quería. Era obvio que la
Espada Celestial Blanca iba a estar a su lado.
Sigh…
¿Por
qué estos viejos me están dando tantos dolores de cabeza?
Por
alguna razón, todos los Señores de los Cuatro Grandes Clanes Nobles estaban en
mi contra.
Namgung
Jin era un poco diferente ahora, pero la Espada Celestial Blanca literalmente
estaba tratando de cazarme, y la forma en que el Rey del Dao me miraba no me
daba la mejor impresión.
En
ese sentido, ¿Quizás el Rey del Veneno sea… el mejor en comparación con los
otros Señores?
Cuando
pensé eso, miré a Tang Soyeol de otra manera. Sus gustos y apetitos podrían ser
raros, pero fuera de eso era normal, como Peng Ah-hee.
Justo
cuando estaba por asentir, Tang Soyeol habló como si hubiera notado que estaba
pensando en ella.
"Oh,
cierto, Maestro Gu."
"…Eh,
¿Sí?"
La
miré atónito, como si me hubiera frenado de golpe.
Tang
Soyeol sonrió alegremente, con su expresión habitual.
"Es
sobre nuestro viaje a Sichuan."
Ah,
¿Es por Sichuan? Menos mal.
De
hecho, necesitaba planear eso pronto.
Justo
cuando estaba por responder, ella continuó;
"Por
eso, mi padre dijo que quería conocerte. ¿Estás libre hoy?"
"…"
Mi
boca se cerró de forma natural.
Se
refería al Rey del Veneno.
…¿El
Rey del Veneno quiere verme?
Un
escalofrío recorrió mi espalda mientras Tang Soyeol continuaba.
"¡Dijo
que te va a invitar a comer! ¡Nos llevará a un lugar donde sirven platillos muy
deliciosos!"
"…Oh…"
El
Rey del Veneno invitándome a comer. Nada de eso era raro, pero me ponía
nervioso por su título.
Estoy
equivocado… ¿Verdad?
Tenía que rezar para que así fuera.
¡Sí te gusto el capítulo por favor comparte esta página para que más personas puedan ver nuestros proyectos! ¡Te lo agradecería un montón!
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