El Loco del Monte Hua
Se
dice que hay un loco en el Monte Hua.
Ese
rumor comenzó a extenderse como pólvora por todo el Murim.
Un
lunático que ni siquiera el Maestro de la Secta podía controlar.
Alguien
que mostraba los dientes con la menor provocación, con un lenguaje tan vulgar
que nadie lo veía como un verdadero taoísta.
Se
decía incluso que la propia Secta del Monte Hua había renunciado a mantenerlo
bajo control.
El
rumor captó aún más atención al decir que el mismísimo maestro, reconocido como
un sabio y el Pilar de las Nueve Sectas Supremas, lo había dejado por
imposible.
¿Qué
clase de carácter debía tener para que incluso él se rindiera?
Pero
también…
Se
decía que ese hombre poseía un talento que alcanzaba el cielo.
Que
aunque su carácter fuera detestable, su habilidad lo compensaba.
Un
talento otorgado por los cielos, 'La Espada del Cielo.'
Así
lo llamaban al loco de la Secta del Monte Hua.
"Qué
estupidez."
Murmuró
un joven que había estado escuchando el rumor por un buen rato.
Creak–
Se
levantó del asiento como si no pudiera soportar escuchar más.
"¿La
Espada del Cielo? Qué tontería."
Su
rostro, fruncido con disgusto, parecía sacado de una pintura.
Tan
hermoso y perfecto que uno podría preguntarse si de verdad era humano.
Nariz
afilada, ojos profundos, cabellos plateados como la nieve, y pupilas azules
como el océano.
El
atuendo marcial que vestía también exudaba una presencia imponente.
Y
no era una mentira.
Los
que lo observaban contenían el aliento.
Todos
reconocían el símbolo bordado en la parte trasera de su ropa, así como la
espada que colgaba de su cintura.
Namgung.
Uno
de los clanes más poderosos de Anhui.
Ese
joven pertenecía a dicho clan.
"Joven Maestro Namgung,
aún no ha escuchado todo."
Lo
regañó una joven a su lado.
Tan
hermosa como él, irradiaba una belleza irreal.
"¿Esperas
que siga oyendo semejantes tonterías? Ridículo." gruñó él.
"Vinimos
a recabar información. No puedes irte sin terminar de escuchar."
El
joven rechinó los dientes ante la mujer de cabello y ojos oscuros.
Era
la única en esa posada a la que él no podía tratar con ligereza.
Al
igual que él, ella era hija de un Clan prominente, Los Moyong, guardianes del
conocimiento del Murim.
"¿Crees
que vine a esta región remota solo para escuchar basura? Señorita Moyong, ¿No
estás en la misma situación? "
La
joven pertenecía al Clan Moyong.
Tal
vez fue la mención de su padre, el Rey de la Espada.
Que
el rostro del joven se contrajo con ira, pero ella no se detuvo.
"Si
es una orden, hay que cumplirla. También es el deseo de tu padre, el Rey de la
Espada."
"…"
Ella
lo miró con ojos fríos.
"Puedes
irte si quieres. Pero cuando el informe esté listo, omitiré tu nombre."
"Tsk…"
Chasqueando
la lengua con frustración, el joven volvió a sentarse.
Sabía
bien que ella era más adecuada para esta misión.
Esa
era la razón por la que no se apartaba de su lado, pese a su incomodidad.
Al
verlo ceder, la joven sonrió y miró nuevamente al hombre local que los
acompañaba.
"Disculpe
por eso. ¿Podría continuar?"
"A-Ah,
s-sí, por supuesto."
El
hombre, visiblemente nervioso, quedó atónito ante la sonrisa de la joven.
Jamás
había visto a alguien tan hermosa.
Aun
así, debía recomponerse.
Aquellos
dos eran figuras de los Cinco Grandes Clanes del Murim.
Un
error podría costarle la vida.
"Entonces…
¿Quieren saber sobre los demonios?"
"Sí.
Escuchamos que últimamente han aparecido muchos en esta región. ¿Es cierto?"
"S-Sí…
Creo que desde el invierno pasado. Han empezado a bajar hasta las aldeas."
"¿Desde
el invierno…?"
La
joven quedó pensativa.
'Desde
el invierno…'
La
fecha coincidía perfectamente con cierto incidente.
Mientras
ella reflexionaba, el hombre siguió hablando.
"Sí…
Es preocupante. Hay demasiados."
"¿Cómo
los están manejando?"
"Por
suerte, hay taoístas en la zona… Ellos se están encargando."
Los
ojos de la joven brillaron al oír eso.
Taoístas
de la región de Shanxi…
"¿El
Monte Hua y Wudang?"
El
joven asintió.
Esas
eran las dos sectas más representativas de Shanxi.
Entonces,
el joven volvió a levantarse.
"Ya
no hay nada más que escuchar."
"¿Joven
Maestro Namgung?"
"Si
ellos están manejando el asunto, es mejor hablar directamente con ellos. ¿O vas
a seguir perdiendo tiempo aquí?"
"…"
La
joven frunció el ceño, pero esta vez no podía contradecirlo.
Sacó
algo de su ropa y se lo entregó al hombre.
"Gracias
por su ayuda."
"¡Ah!
¡No tenía por qué…! ¿Eh?"
El
hombre se quedó sin aliento al ver lo que ella le dio.
Plata.
Para
él, era una suma inimaginable.
Sus
manos temblaron al contemplarla.
Pero
entonces…
"Tsk."
¡Swish–!
"¡Ack!"
La
plata desapareció de sus manos. El joven se la había arrebatado.
Y
entonces le lanzó unas pocas monedas de cobre.
Clink–
"Eso
es suficiente. No es necesario más."
"¡Joven
Maestro Namgung!"
Ella
exclamó con sorpresa, pero el joven simplemente se alejó con desdén.
Ella,
sin remedio, lo siguió afuera.
******************
Hace
diez años, ocurrió un gran cataclismo.
Una
grieta apareció de la nada en el cielo, desgarrándose y liberando criaturas
monstruosas.
Pieles
resistentes a las armas, fuerza bruta capaz de aplastar humanos…
La
humanidad solo pudo gritar de desesperación.
Afortunadamente,
existían guerreros, expertos en artes marciales.
Ellos
eran la única defensa.
Pero
a medida que pasaba el tiempo, los demonios aumentaban.
Y
el mundo… se estaba colapsando.
Era
la Era de la Desesperación.
"¡Joven
Maestro Namgung!"
La
joven lo alcanzó corriendo por el bosque.
Él
se detuvo.
"¿Qué
es lo que te molesta tanto por el simple hecho de haber venido hasta aquí?"
Él
no respondió.
Pero
se giró lentamente.
"…!"
Sus
ojos eran fríos como el hielo.
"¿Por
qué le diste plata a ese hombre?"
"¿Qué
dijiste?"
Ella
se desconcertó por sus palabras y por su tono gélido.
¿Había
mencionado la plata?
Fue
entonces que lo comprendió de inmediato.
"¿Te
molesta que haya recompensado a alguien por su información?"
"…"
"¿Y
tú, heredero de un Clan prestigioso, te ofendes por tan poco?"
"¿Te
estás burlando de mí?"
"…!"
La
presión que emanó de su cuerpo era peligrosa.
"Moyong
Soson, ¿Crees que me moleste por el dinero?"
"¿Si
no es por eso, entonces qué…?"
"Dime,
¿Sabías cuántos ojos había en esa posada?"
El
joven dio un paso hacia ella, con los ojos llenos de ira.
"¿Sabías
cuántos vieron cómo entregabas esa plata?"
"Y
acaso, no sentiste la codicia en el aire. Tan intensa que casi daba asco."
Como ya se había mencionado, era
la Era de la Desesperación.
Ya
nadie cultivaba, ya no había comida. La mayoría pasaba hambre.
"¿Crees
que ese hombre, con esa plata, estaría a salvo?"
Sabía
lo que pasaría.
Y
ella también lo sabía.
"¿También
tengo que preocuparme por eso?"
Ella
parecía frustrada.
"Le
di lo que merecía por su ayuda. ¿Por qué debo de pensar en lo que vendrá
después?"
Él
frunció el ceño.
"Por
eso odio todo esto. Maldita sea…"
Y
comenzó a caminar con furia, dejándola atrás.
Ella
solo lo miró, atónita por todo lo que había dicho.
******************
¿Hasta
dónde tendría que ir?
El
joven siguió caminando sin detenerse.
Su
destino, la Secta Wudang.
Aunque
el Monte Hua estaba más cerca, esa secta había cerrado sus puertas en los
últimos años.
Además,
en términos de influencia actual, Wudang superaba al Monte Hua.
'Qué fastidio…'
El
joven frunció el ceño al sentir la presencia de Moyong Soson detrás de él.
Una
mujer que simplemente no le agradaba.
Decían
que el Señor del Clan Moyong la adoraba como una joya.
Que
era una guerrera nada despreciable.
Y
que su belleza era tal, que era considerada la mujer más hermosa de Liaoning.
Pero
para él, solo era una…
'Maldita
mujer.'
No
la veía como nada especial.
Típico
de los hijos de clanes prestigiosos.
Y
él, sinceramente, odiaba a esa clase de gente.
Incluyéndose
a sí mismo.
'…Quisiera
mandarlo todo a la mierda.'
Irse
a vivir a una montaña lejana y pasar sus días blandiendo la espada.
Un
sueño que anhelaba desde hace tiempo.
Pero
sabía bien que no podía hacerlo.
Él
debía heredar el clan.
Esa
maldita responsabilidad lo asfixiaba día a día.
Continuó
caminando.
Y
a lo lejos, distinguió una montaña majestuosa elevándose hacia el cielo.
'¿Monte
Hua?'
Allí
estaba asentada la Secta del Monte Hua, una de las Nueve Sectas Supremas.
Y
al verla, recordó algo que había escuchado en la posada.
'El
loco del Monte Hua…'
Se
decía que un discípulo de posguerra con reputación excéntrica vivía allí.
Un
loco. Pero también…
'La
Espada del cielo.'
Un
título que nadie de su generación había recibido.
El
joven esbozó una sonrisa cínica.
'Qué
ridículo.'
Los
rumores no eran de fiar.
Una
treta para inflar el valor de sus discípulos.
Lo
había visto muchas veces.
'Y
pensar que creía que la Secta del Monte Hua no caería tan bajo.'
El
actual maestro del Monte Hua, conocido como el Supremo de la Flor de Ciruelo,
Yeongcheon, era una figura venerada.
Pero
quizás, pensó, que tampoco era diferente a los demás.
Este
mundo se estaba viniendo abajo.
No
solo por las Puertas de Demonios y la Era de la Desesperación, sino por la
decadencia de la caballerosidad.
Muchos
gritaban que aún había esperanza. Pero para él…
'Solo
me queda terminar esto y volver.'
Cumplir
la orden de su padre, el Rey de la Espada del Rayo.
Y
regresar a Anhui.
Ese
era su único deseo.
Mientras
pensaba en eso y se disponía a seguir caminando, entonces…
Crack.
"…!"
Una
presencia proveniente del bosque lo alertó.
"¡Joven
Maestro Namgung… kyaah!"
El
joven se lanzó hacia Moyong Soson, arrastrándola a un lado sin previo aviso.
Y
justo en el lugar donde ella estaba parada,
¡Rasssssh–!
Una
enorme garra cayó sobre la tierra.
Ella
se dio cuenta de inmediato.
De
no haber sido por él, estaría muerta.
Aún
aterrada, intentó agradecerle, pero…
"Gracias,
por la–"
"¡Saca
tu espada ya!"
Ni
siquiera tuvo tiempo de hablar antes de que una voz helada la atravesara.
Respiró
hondo y desenvainó su espada.
"Maldita
sea…"
El
joven apretó los dientes ante lo que tenía delante.
Un
demonio.
Uno
de verdad.
'…Azul.'
Tenía
la piel azul.
Y
ese color indicaba su nivel de amenaza, era mucho más allá de lo que él podía
manejar.
Un
oso gigantesco, tres veces el tamaño normal, los observaba babeando.
Incluso
si luchaban juntos, no podrían vencerlo.
¿Huir?
¿Sería posible?
'No…
era imposible.'
Correr
tampoco era una opción.
Solo
quedaba un camino.
"Moyong
Soson."
"¿Sí?"
"Cuando
dé la señal, corre de inmediato."
"¿Q-Qué
estás diciendo?"
Ella
no entendía.
Pero
él no apartaba los ojos del demonio.
"No
podremos huir los dos. Yo lo retendré. Corre y busca ayuda."
"¿¡Qué
tontería estás diciendo!? ¿¡Estás loco!?"
"¡Cierra
la boca y corre! ¿O prefieres que muramos los dos aquí?"
Ella
tartamudeó por el miedo, pero él ya había tomado una decisión.
Prefería
aguantar él solo, darle una oportunidad de huida.
Morir
en este maldito lugar no era lo ideal… pero era mejor que una doble tragedia.
"Vamos.
A la cuenta de tres, uno, dos…"
Comenzó
a concentrar su Qi.
Ese
demonio usaba principalmente las garras, así que debía tener cuidado con los
ataques frontales.
Apuntó
con la espada al demonio.
"¡Tres–!"
En
el momento justo en que iba a lanzarse,
¡Thwack–!
"¿Qué…?"
Una
espada se clavó en el pecho del demonio desde atrás.
El
rugido del demonio retumbó por todo el bosque.
¡Grooooooaaaaar–!
El
demonio giró su cuerpo, revelando a la figura que lo había atacado.
Primero
apareció una túnica blanca.
Luego,
una espada que danzaba con fluidez por el aire.
¡Slash–!
¡Slash–!
¡Shhhhk–!
La
espada cortaba la piel del demonio como si fuera papel.
La
sangre voló en todas direcciones.
El
demonio trató de resistirse, pero los movimientos del espadachín eran
perfectos.
Lo
esquivaba todo.
Le
cortó los brazos.
Luego
las piernas.
Intentó
morderlo, pero;
"¡Hijo
de puta, apestas! ¿No puedes cerrar la boca?"
¡Slam–!
¡Gwaaahh–!
El
puño del espadachín lo hizo rodar por el suelo.
Y
en ese instante,
¡Thrust–!
La
espada se clavó en su corazón.
Y
el demonio murió.
No
habían pasado ni diez segundos desde que el joven estaba listo para arriesgar
su vida.
Entonces,
¡Shrrrk–!
El
espadachín retiró la espada.
Y
eso hizo que la sangre del demonio brotara como una fuente.
¡Splashhhh–!
"Ah."
Empapado
de sangre azul, el espadachín se quedó tieso.
Miró
su ropa, ahora completamente manchada.
"¡Ah,
maldita sea! ¿¡Qué le voy a decir ahora al Maestro!? ¡Me va a matar! ¿¡Por qué
cada vez que salgo me pasa esta mierda!?"
Soltó
una sarta de maldiciones sin parar.
El
joven jamás había escuchado algo así de vulgar.
Y
mientras lo observaba, se dio cuenta de algo.
'¿Un
joven…?'
El
espadachín parecía de su misma edad, o incluso menor.
Tenía
un rostro feroz, pero era joven.
¿Y
había derrotado a ese monstruo tan fácilmente?
No
podía creerlo.
Mientras
lo miraba atónito, el espadachín también lo miró.
Y
al cruzar miradas, frunció un ceño.
"¿Qué
me miras tanto? ¿Es la primera vez que ves a alguien cubierto de sangre?"
"…"
"¿Quieres
que te arregle esa cara perfecta? Eres tan guapo que me estás sacando de
quicio."
"…?"
¿Era
un insulto o un cumplido?
El
joven no supo qué cara poner.
Y
así fue como se conocieron.
El
primer encuentro entre Shincheol, quien en el futuro sería llamado, La Espada
Divina del Monte Hua, y Namgung Myung, La Espada del Trueno,
quien empuñaría su espada para levantar al Clan Namgung…
Fue
un encuentro de lo más desastroso.
Nota
del autor:
Esta
crónica comparte el mismo universo que 'Amigo De La Infancia Del
Zenith'.
Aunque
he intentado escribirlo de forma que incluso quienes no hayan leído la obra principal
puedan disfrutarlo sin problema, por la naturaleza misma de la historia, puede
que en algunos momentos parezca más una historia paralela que algo
completamente independiente.
Con
respecto a la publicación de más capítulos, dependerá de cuándo tenga ganas o
esté aburrido :D
¡Gracias por leer!
Psdta: Este capítulo, llega gracias a William, un amigo que se integro en nuestro Scan y como tiene conocimiento con el Idioma Coreano nos ayudo a poder publicar este capítulo :D
¡Sí te gusto el capítulo por favor comparte esta página para que más personas puedan ver nuestros proyectos! ¡Te lo agradecería un montón!

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